Desde que no estás

Desde que no estás las cosas van mucho más estables de lo que esperaba. Mi vida no dio un giro de 360°. Sigo levantándome a las 7:30 a.m., apurada por no haber escuchado el despertador.
Sigo tomando dos sorbos de té hirviendo antes de peinarme.
Sigo escuchando la misma música pasada de moda jurando todos los días actualizar la playlist del pendrive.
Sigo viendo las nubes pasar buscándoles forma.
Sigo dando vueltas para terminar algo.
Sigo siendo desordenada.
Sigo amando el queso.
Sigo poniéndome triste los domingos a la tarde.
Sigo protestando cada vez que encuentro una injusticia.
Sigo equivocándome en el balanceo de las ecuaciones.
Sigo esperando con ansias el ladrido de mi perra cuando llego a mi casa.
Sigo extrañando el abrazo de mi mamá. Y de papá.
Sigo fantaseando con encaje negro.
Sigo despertándome de noche por pesadillas que nunca logro descifrar.
Sigo tocando el ukelele.
Sigo cantando bajito por la calle cuando camino rápido.
Sigo sacándome la remera antes de llegar a mi cuarto.
Sigo escribiendo poesía que nunca voy a publicar.
Sigo teniéndole miedo a la oscuridad.
Sigo llorando cuando Argentina gana en cualquier deporte. Y cuando pierde también.
Sigo leyendo las mismas novelas.
Sigo prefiriendo mayonesa en vez de ketchup.
Sigo durmiéndome tarde.
Sigo indignándome cada vez que alguien me chista cuando camino sola.
Sigo subiendo el volumen al máximo.
Sigo tomando baños de inmersión.
Sigo disfrutando del pelo mojado.
Sigo acariciando perros que se me acercan en la calle.
Sigo guardando latas de balines a medio terminar.
Sigo acordándome de tus besos en momentos aleatorios.
Sigo repitiéndome que “es lo mejor para los dos”.
Sigo siendo reacia a los cambios bruscos.
Sigo odiando que estén encima mío.
Sigo buscando estar sola para extrañarte cada vez que te cruzo por casualidad.
Sigo confundiéndome.
Sigo teniendo pecas.
Sigo dándome vuelta cada vez que te nombran. No
Sigo necesitando abrazos de media hora.
Sigo siendo la misma idiota que tiene miedo de jugársela por vos.