Te regalaría la piedra que tengo colgada en el cuello
a ver si de una vez por todas entendés
cual es el brillo que tiene mi pecho cada vez que aparecés por sorpresa
y me mostrás que el mundo, a pesar de las bestialidades que carga encima,
puede ser un lugar hermoso
si te encuentro mirándome
cuando no me doy cuenta.
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