Tengo este miedo metido adentro, bien enredado en las costillas como si fueran hojas de un Lazo del Diablo. Me aprietan tan fuerte que me manejan la voluntad de intentar.
Se me pega en las paredes de los pulmones dejándome sin aire. Me mete en un pasillo larguísimo que empieza a moverse a mi alrededor como una cinta mecánica, obligándome a correr.
Entonces aparecés mostrándome que las cosas pueden ser más fáciles. Haciendo que todo esto, que parece insoportable e incómodo, encaje adentro del dormitorio sin hacer fuerza.
Y te escucho reír y se me pasa todo.
Veo las arrugas que se te forman al costado de los ojos y me mirás de tal forma que me siento invencible.
Tanto que me das ganas de salir volando y hacer del mundo un lugar mejor, porque alguien como vos no se merece convivir con cosas horribles como las que hay allá afuera.
Me haces crecer las alas que necesito, las que tanto me costó volver a encontrar. Esas que siempre estuvieron.
Me das la fuerza que me faltaba.
Me das ganas de intentar ser eso que te ayude a alcanzar las oportunidades que tan dan vueltas en la cabeza cuando te girás en la cama y no estoy ahí con vos para hacerte sentir seguro.
Porque en mis sueños lo soy, ¿sabés?
En mis sueños son tus brazos los que me abrazan fuerte para que no me pase nada. En la vida real quiero devolvértelo.
Por vos sería cualquier cosa.
Me haces sentir que puedo hasta con lo imposible.
Gracias.-
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