lunes, noviembre 13, 2017

Fantasía o realidad

Llego, me hago una bolita y me acuesto.
Instantáneamente mi almohada se vuelve un depósito de lágrimas casi imposible de drenar.
Me duelen los músculos del estómago y la cara me arde. La capacidad de mis pulmones no me alcanza para tomar la cantidad de aire que necesito.
Me transpiran las manos.
La nuca me quema y siento que mis pómulos van a explotar como dos bombas atómicas manchando toda la habitación de dolor.
En eso, y como si fuera por arte de magia, el mundo se para.
Siento un peso del otro lado de la cama.
Sos vos. Si, vos.
Me da miedo mirarte. Me escondo en el acolchado frío y juego a ser invisible.
Sin importarte, abrís las sábanas y te acercas a mi cuerpo encogido y pequeño.
Escurrís tus brazos por mi cintura y haces que apoye la cabeza en tu pecho.
“-Estirate. Tranquila.”
Y con una voz cálida empezas a recitar la canción de cuna más dulce que se te ocurre:

“ Tenían razón
Mis amantes
En eso de que, antes
El malo era yo
Con una excepción
Esta vez
Yo quería quererla querer
Y ella no
Así que se fue
Me dejó el corazón
En los huesos
Y yo de rodillas“

Mi llanto aumenta y proporcionalmente lo hacen la presión de tus brazos y la suavidad de tu voz:

Desde el taxi
Y, haciendo un exceso
Me tiró dos besos
Uno por mejilla
Y regresé
A la maldición
Del cajón sin su ropa
A la perdición
De los bares de copas
A las cenicientas
De saldo y esquina”.

De a poquito me calmo. Te miro, y sin titubear fijas tus ojos verdes y brillantes en los míos y seguís:

Del santo reproche
Tanto la quería
Que, tardé, en aprender
A olvidarla, diecinueve días
Y quinientas noches”. 

Me despierto. Estoy sola.
Estoy sola de nuevo. 
Pero el rastro de tu perfume me quedó estampado en el pelo y en la nariz como una marca de agua que se niega a irse con su dueño. 
¿Fuiste un sueño?
¿O una realidad?  
¿Existís?
¿Me fui demasiado pronto? 
¿No fui suficiente?
¿Qué pasó con nosotros?
¿Qué tengo que hacer para hacerte volver?
Respondé.
Por favor.

Respondé. 

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