Porque yo la extraño, ¿sabes?
Extraño quién era cuando no estaba con vos.
Me duele sentir que una parte mía se perdió cuando me quedé.
No la encuentro, ¿podes devolvérmela?
La necesito.
•ka hala maikaʻiʻole•
Porque yo la extraño, ¿sabes?
Extraño quién era cuando no estaba con vos.
Me duele sentir que una parte mía se perdió cuando me quedé.
No la encuentro, ¿podes devolvérmela?
La necesito.
Odio la forma en la que me hablas y la forma en la que te cortaste el pelo. Odio la forma que tenés de manejar. Odio cuando me mirás fijo. Odio tus zapatillas enormes y la manera que tenés de leerme la mente. Odio que siempre tengas razón. Odio que me mientas. Odio que me hagas reir pero aún más que me hagas llorar. Odio cuando no estás cerca y el hecho de que no me hayas llamado hoy. Pero más odio no odiarte. Ni cerca. Ni un poco. Nada en absoluto.
Qué fácil fue para vos jugar con mi vida y mi cuerpo.
Total la que se queda llorando por no poderse limpiar las huellas de tus dedos el esternón soy yo, no vos.
Ojalá dentro de poco pueda sentir las manos livianas de nuevo sin estirarme a buscar las tuyas.
Por vos siento cosas que pensé que no iba a volver a sentir. Y qué bronca me da saber que son energías que se van a desperdiciar.
Que se van a disolver en el aire en forma de calor, el mismo que me hace dormir de noche cuando tengo pesadillas y estás al lado mio secándome las lágrimas. Y da igual. Da exactamente igual.
Porque a vos no te pasa lo mismo.
No te pasó.
Ni te va a pasar.
Porque yo lo extraño, ¿sabes?
Extraño quien era cuando estaba con vos.
Me duele sentir que una parte mía se perdió cuando me fui.
No la encuentro, ¿podes devolvérmela?
La necesito.
Me di vuelta en la cama y estabas acá abrazándome. Parecía que hacía rato estabas tocándome la nariz con la yema de los dedos.
Me desperté cuando me dijiste que te levantabas a hacer el café, que hoy te ocupabas vos de batirlo.
Tuve que ir hasta la cocina para convencerme de que era tu fantasma y no vos el que movía las tazas de lugar en la alacena.
Creo que ya nos hicimos amigos. Hasta a veces parece que me escucha. Tiene tus mismos ojos pero sabe bailar mejor. Me agarra de la cintura con más fuerza, como si de verdad quisiese que no me vaya nunca, como si se ocupara por no perderme en lugar de preocuparse por el daño que puede hacerme.
Creo que se va a quedar conmigo un tiempo largo. No se cuanto, no me dijo ni me animo a preguntarle. No quiero que piense que no es bienvenido en casa. Ya aprendió donde están los pozafuente y los cubiertos. Hace el mismo chiste de la salsa de soja que hacías vos pero se ríe distinto. Es lo único que me hace notar que es un fantasma.
Creo que si sigo así voy a poder engañarme un poco más y hacer más amena la espera. No se qué voy a hacer si un día me levanto y él también se fue, dejándome el café a medio batir en la mesada y los sueños destruidos. Igual que vos.
Quiero mandarte todo lo que tengo escrito para vos solamente para sacármelo de encima pero se que no va a ayudar en nada. Que todo este juego de histeria se va a cortar el día que me vaya de una vez y para siempre de tu vida y te deje solo.
Y te deje solo de verdad.
Cuando me llames y no me encuentres.
Cuando sientas la falta. Cuando me necesites y nadie te conteste el timbre. Cuando posta te des vuelta y sepas que no voy a volver, por mucho que me lo pidas. Por mucho que vengas corriendo detrás mío, cosa que lastimosamente pasa solamente cuando sentís que me perdiste para siempre, cuando por fin tengo el valor de ponerme a mi por encima de todo.
No puedo más con esto. Te quiero mucho, me duele que tengas el control de las cosas y el tiempo que te estás tomando para decidir si vale la pena quedarte acá, si tanto tenes que pensar es porque para vos no lo vale.
Que lastima. Me quede queriéndote sola.
Te mando un beso grande. Te voy a extrañar mucho más de lo que ya te extraño seguramente.
Ojalá se vaya rápido este dolor de panza.
A veces pienso que ojalá vos tampoco puedas dormir pensando en esto, así como me está costando a mi ahora.
Después lo pienso dos veces y se me pasa.
Que por lo menos uno de los dos tenga la suerte de soltar al otro por unas horas. Si mi alma está atada a vos en un porcentaje superlativo, por lo menos que en ese tiempo, mis fantasmas puedan descansar en paz.
Estoy en el mismo casillero donde me encontraste cuando llegaste a mi vida y ya te estaba extrañando.
Si volvés ahora me vas a encontrar un poco más rota. Más triste. Más apagada. Más callada. Todo eso se fue con vos el día que te dejé ir, y me quedo acá a ver si por todas esas cosas vuelven con la claridad de la mañana.
Se quedó enganchado en el asiento de tu auto como si fuese un aro que perdí y siento que no voy a recuperar el par.
Y me da tanta bronca el miedo que cargo todos los días en las bolsas de los ojos, que cada vez las ensancha un poco más y les pierden las ganas de mirarte como la primera vez. Como si supiesen lo que vas a hacer con ellos. Conmigo.
Cortala. Por favor.
Cortala.